Descubrí quién sos para decidir sin miedo | Ceci Lagorio
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Maternidad: ¿es una trampa?



Como Neurolife Coach, trabajo todos los días con mujeres que sienten que “algo les falta” y no siempre saben por dónde empezar a buscar. Muchas veces, ese vacío aparece después de haber cumplido con lo que se esperaba de ellas: formar una familia, ser madres presentes, responsables y amorosas. Pero en ese camino hay algo que no se dice lo suficiente: la maternidad, tal como nos la contaron, no es solo amor incondicional y entrega. Es también un enorme desafío que pone a prueba nuestra identidad, nuestra vocación y nuestro propósito.

Desde chicas, absorbimos creencias heredadas que se instalan en el inconsciente: “una buena madre se sacrifica”, “primero están los hijos”, “cuando seas madre vas a entender”. Estas ideas no solo condicionan nuestras expectativas sobre la maternidad, sino que muchas veces nos preparan para una imagen romántica e irreal. Pero la realidad es mucho más compleja.

Ser madre implica, en esencia, la tarea de acompañar a otro ser humano a desarrollarse de manera independiente. Es formar ciudadanos del mundo que no nos pertenezcan. Y en esa entrega cotidiana —en los pañales, en los berrinches, en la logística eterna—, muchas veces vamos dejando partes de nosotras en pausa: nuestra vocación, nuestros sueños, nuestro deseo individual.

Y llega el momento en que los chicos crecen y nos necesitan menos. Ahí, muchas mujeres quieren “retomarse”, volver a encontrarse. Pero descubren que ya no son las mismas que eran cuando fueron madres por primera vez. Cambió su forma de ver la vida, sus prioridades, sus intereses. A veces, también sus heridas.

Desde la mirada del Neurolife Coaching, esto no es un problema: es una oportunidad. Es el momento perfecto para reescribir nuestras creencias, para preguntarnos quiénes queremos ser ahora, más allá del rol de madre. Es tiempo de alinear hábitos, decisiones y objetivos con una nueva versión de nosotras mismas. Y eso, también, es un acto de amor. Porque cuando una madre se elige, también le enseña a sus hijos a elegirse.

La maternidad no tiene por qué ser el final de nuestros proyectos personales. Puede ser una fuente inmensa de aprendizaje, propósito y evolución si nos animamos a hacer el trabajo interno de revisar las expectativas, soltar las culpas heredadas y volver a elegirnos desde un lugar más consciente.

Porque no vinimos al mundo solo a cuidar: también vinimos a crear, a disfrutar y a dejar una huella propia.

 
 
 

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